Palabras de vuelos literarios

A volar pichones,

que el tiempo y el espacio les pertenece…

La vida funciona motivada por las necesidades presentadas en el marco existencial. Su relación con el tiempo y el espacio le da cuerpo a un maridaje, en el silencioso secreto, que a la postre termina determinando los roles sociales de cada individuo. En liteteratura, esta afirmación no es ajena, por más que se lo proponga, de la situación planteada. Estamos hablando de generaciones estéticas y, la literatura no tiene escapatoria, al ser el arte que da cuerpo a la palabra exquisitamente delineada.

Una generación de escritores emerge en función de otra, que está presta a desaparecer en el ambiente escritural. Asimismo, esta generación en boga abrirá espacio a otra, que irá emergiendo de manera tímida, y fortaleciéndose, de tal manera que, también sustituirá al que le sirvió de cuna para su nacer y desarrollarse.

A esto, los grandes filósofos, desde los presocráticos, hasta los pocos que estudian la filosofía en los actuales tiempos, lo reconocen como el nombre de dialéctica. Esta manera de concebir el estudio de los acontecimientos filosóficos se escindió en la antigüedad, teniendo de un lado a los materialistas y del otro, a los idealistas; ambos con planteamientos antagónicos y debidamente definidos. De ahí que Heráclito aludiendo al movimiento, sostenía que: «Nadie se baña dos veces en las aguas de un mismo río». Y, ahí mismo argüía: «Las cosas no son, sino que van siendo». Esta manera de observar la existencia del mundo material es a lo que los filósofos refieren como parte medular del estudio de la filosofía materialista.

Por su parte, Parménides se anteponía, en defensa y representación de los idealistas, a los materialistas cuando expresaba que: «Las cosas son». De esta expresión se deduce la estaticidad de las cosas; es decir, de la materia como antítesis de las ideas con respecto al movimiento planteado por los materialistas ¡He aquí la dialéctica como objeto de estudio del comportamiento de la materia!

Hablar de generación literaria, relacionándola con el movimiento de la humanidad y el resurgir de lo nuevo a consecuencia de lo viejo, es hablar del surgimiento de unos jóvenes escritores encargados de habilitar ese movimiento en el marco de la literatura y el producto estético de la misma. Cada generación, histórica o artística, no se da porque sí, sino que su presencia viene marcada por las directrices de un régimen natural y social imperantes que no procede desde el campo de la filosofía como ciencia; la filosofía lo estudia y le da vida. De ahí que estemos hablando de filosofía. La filosofía le sirve de basamento al comportamiento íntegro de las demás ciencias para el desarrolo de una. Por eso la relación de la filosofía con la literatura y el advenimiento de las generaciones literarias.

¡La literatura aún existe! He aquí a los nuevos escritores, que tomando la égida en sus manos, desafiarán el tiempo y el espacio para dejar tras de sí un rastro imperecedero en el cultivo de las artes literarias. Poetas, narradores, críticos, dramaturgos, todos imberbes en el quehacer literario, serán los encargados de que la historia de la literatura siga siendo el norte visible de la estética de la palabra convertida en emociones y placeres, a través de los cuales se expulsarán los ángeles intrínsecos de un pueblo ansioso de las realidades necesarias.

Es el momento de los escritores jóvenes que inician sus andares por el mundo insólito de la literatura. Este es el terreno estético reservado para vociferar el surgimiento del grupo literario Escritores al Viento, concebido para rehacer el mundo interior de nuestra sociedad. Es el clamor esperado por el mundo para el desarrollo del decir de las intimidades estéticas, a partir del ámbito de la literatura y su consecuente disfrute espiritual de la sufrida humanidad.

Bergson Rosario

2019